Cuando cambias tu dieta por restricciones dietéticas tales como una nueva intolerancia alimentaria, o simplemente cambiaste de forma de pensar (como al volverse vegetariano), un problema que te encuentras es que te sigue apeteciendo comer esos alimentos sabrosos que solías comer antes. Un plato muy popular es la lasaña – toda una trampa repleta de lactosa, gluten y carne. Así que vamos a explorar algunas alternativas básicas para que puedas adaptar tus propias recetas favoritas.
Nociones básicas de lasaña. Una lasaña está compuesta por una capa inferior de salsa de tomate con carne, hecha friendo primero la carne (ternera o pavo picado) con cebolla, ajo y sal, añadiendo luego tomates de lata triturados y hierbas (orégano, albahaca, mejorana – algo de vino tinto enriquece la salsa y el alcohol se evapora mucho antes de comerlo) y dejándolo hervir. Después de extender una capa de la salsa de tomate y carne, sigue una capa de pasta, seguida por una gruesa cantidad de queso mozzarella rallado. Repite con otra capa de salsa, pasta y ahora una mezcla de requesón, queso tierno, huevos y hierbas. Finalmente otra capa gruesa de mozzarella.
La receta de la sabrosa lasaña sin gluten que veis en la foto de arriba está aquí (en inglés), pero encontré una en español que puede servir de inspiración si buscas una lasaña sin gluten sencillamente.
Si tienes intolerancia al gluten, tendrás que reemplazar la pasta en sí. Algunas alternativas son: pasta sin gluten (no siempre saludable ni sabrosa, y siempre muy cara), panqueques (crepes) hechos con harinas sin gluten, o por qué no pasarte a paleo completamente y usar capas de calabacín (zucchini), o berenjena, o puerro (cortando las hojas a lo largo y dándoles un rápido hervor para que se ablanden antes de usarlas).
Si vas a usar salsa bechamel en tu receta, puedes preparar la salsa blanca con Maicena (almidón de maíz).
Si tienes intolerancia a la lactosa, puedes probar los quesos sin lactosa (si los hay disponibles en tu ciudad y el precio no es prohibitivo) pero en mi caso tampoco tolero la proteína de leche, así que reemplazo los lácteos de la receta con leche de coco batida con huevo – esto se endurece generando una capa blanquecina que recuerda al queso fundido.
Esta es mi lasaña paleo con calabacín. Eso blanco que veis es la leche de coco con huevo.
Si eres vegetariano o estás simplemente evitando la carne, puedes reemplazarla fácilmente con soja texturizada. Pero si también estás evitando la tan genéticamente modificada soja, puedes probar alternativas diferentes: frijoles blancos en salsa de tomate! Tofu en salsa de tomate! (bueno, eso también es soja) Usa las instrucciones de la salsa de tomate y reemplaza la carne con tu alternativa preferida (manteniendo el aroma del ajo, cebolla, hierbas y vino). O deja de lado la salsa de tomate y prueba cebolla frita con espinacas, piñones y pasas.
Pasarse a «sin gluten» reemplazando los mismos alimentos con gluten con sus variantes sintéticas y costosas, lo cierto es que no es la mejor opción. Las comidas «sin gluten» de sustitución (tales como panes, galletas, pasta que se encuentra en los supermercados) suelen tener gran cantidad de compuestos químicos, azúcar y almidones. Es mucho más fácil, económico y sano pasarse a alimentos enteros naturales (por ejemplo, reemplazar la pasta con calabacín/zucchini).
Nota: no te angusties por seguir una receta al pie de la letra! A menudo puedes crear versiones aún más sabrosas haciendo tus propias variaciones.
La lasaña lleva bastante tiempo de preparar, pero algo estupendo es que las recetas son para muchas raciones, así que puedes congelar los restos en porciones para solucionarte almuerzos de forma rápida. Esta es otra tanda de lasaña que hice hace unos años, con la variante de panqueques. Salieron 9 raciones.
Diviértete adaptando tu receta favorita según tus propias necesidades bio-individuales y disfruta de esta sabrosa comida sin sentirte culpable – ni enferm@. 🙂